Para conmemorar este Día Internacional de la mujer en Co-Crecer decidimos conversar con Elisa Araya, la primera mujer rectora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación. Feminismo, educación y desafíos de la mujer en cargos de autoridad son algunos de los temas que te contamos en esta entrevista.
¿Cómo ha sido para usted la experiencia de ser la primera rectora mujer de la UMCE?
Primero que todo ha sido un honor, ¿qué significa eso? preguntarse ¿cómo es que yo puedo representarlos a todos y a todas? Quiero hacerlo humildemente y de la mejor forma posible, entonces el honor es un agradecimiento a esa confianza que depositan en ti.
También ha sido un desafío porque hay cosas que no son tan bonitas ni glamorosas de realizar y hay que hacerlas. A uno la presionan y preocupan. Hay desafíos que son complejos de comunicar, de realizar, pero que a la larga uno sabe que es por el bienestar de la comunidad, son las dos caras del cargo.
¿Cuáles considera que son los principales avances en materia de reconocimiento a las mujeres en el mundo educativo? ¿Y los desafíos pendientes?
Yo diría que hay un desafío simbólico, nosotros como universidad tenemos mucha acreditación, posicionamiento, ser una voz más activa en términos de educación, eso es un desafío institucional. Pero en términos personales el desafío es que las mujeres no seamos juzgadas de manera drástica. En el fondo es que te permitan ejercer el liderazgo, que te permitan conducir y realizar el proyecto, sin esa noción de interpelación permanente.
Frases como "pero ella hace lo mismo que un hombre, ¿cuál es la diferencia?" van impidiéndote el despliegue, creo que hay una cuestión que voy a llamar "simbólica cultural" donde las mujeres todavía tenemos que mostrar siempre los papeles, las credenciales, decir que eres capaz y creo que eso es muy complejo. Qué increíble que todavía en el siglo XXI uno tenga que estar dando "la prueba de la blancura" le llamo yo a cada acción que uno hace.
Como primera rectora de la UMCE, ¿cuáles son sus metas y objetivos para mejorar el sistema educativo?
Creo que cuando las mujeres avanzan en puestos de poder los hombres también pueden avanzar en otros espacios, los hombres, los otros géneros, las otras maneras de ser persona, avanzan.
Lo vimos en pandemia, muchas académicas pero también muchas profesoras tenían al mismo tiempo el trabajo en la casa y el trabajo de la casa.
Cuando tú logras despejar eso y decir "ok, tengo trabajo y no me hago cargo de la casa" los hombres y otros géneros pueden entrar a ese espacio aprender y evolucionar.
En la medida en que nosotras avanzamos en la posibilidad de escoger nuestras vidas y hacer nuestros proyectos en distintos ámbitos, los otros también avanzan en lo mismo.
Esto es interesante, porque cuando los hombres avanzan, no quedan espacios para las mujeres.
Por eso a mí me gusta mucho el concepto de interseccionalidad, porque en el fondo, cuando uno dice "las luchas reivindicativas de las mujeres son luchas reivindicativas de la naturaleza, son ecologistas, son por las diversidades”, entonces inmediatamente aparece esto, por eso es tan importante educar a las mujeres en perspectivas amplias, porque toman muy claramente esa noción de que esto se trata de una comunidad. Se trata de mí, de ti y de nosotros.
¿Cree que el movimiento feminista ha influido en la educación chilena?
Voy a decirlo de manera más categórica, yo creo que el movimiento feminista ha influido en los grandes cambios sociales que están ocurriendo en Chile en todas las áreas. Nosotros no tendríamos una Convención Constituyente si no hubiera habido millones de mujeres en la calle. Mujeres estudiantes, escolares, en los mochilazos, en los pingüinazos, en la saltada del torniquete. De verdad es un movimiento muy potente y generoso.
El 2018 cuando fue la revolución feminista aquí en Chile y que pasó en gran parte del mundo, las grandes marchas, el 8 de marzo y la toma que hubo en todas las universidades del país, grupos de mujeres, estudiantes, académicas, reflexionando sobre el acoso, partió por ahí.
En algunas universidades se crearon paralelamente grupos de estudiantes hombres que reflexionaron sobre sus masculinidades. Hubo energía moviéndose y creo que en esa fecha, en ninguna casa, en ningún espacio de Chile se dejó de reflexionar sobre esos temas.
Fue una energía muy potente y el movimiento claramente ha hecho un gran aporte. En todas las universidades hay oficinas de género o unidades de géneros. Están los protocolos contra el acoso y el abuso.
El tema de género, por ejemplo, está puesto por la Agencia de Calidad como uno de los criterios de calidad de la educación superior. O sea, ¿tú crees que esto hubiese sucedido si no hubiese pasado todo lo que pasó? toda la energía que han puesto todos los colectivos feministas en Chile para visibilizar las condiciones en que las mujeres han sido marginadas y excluidas de muchas áreas.
El Colegio de profesores también tiene un trabajo en un área sobre género y está impulsando fuertes consignas, como la del 8 de marzo que es una educación inclusiva y no sexista, éste ya está hace rato en boca, cabeza y corazón de mucha gente.
Esa es la primera parte porque después entonces hay que decir ¿Qué es esto de la educación no sexista, de qué estamos hablando, cómo se hace un currículum no sexista, cómo es una didáctica no sexista? Y esa es la elaboración que se está produciendo, no hay ningún contenido, no hay ninguna experiencia pedagógica cultural que tenga género. Tú puedes entrar a cualquier parte, practicar cualquier deporte, puedes dedicarte a cualquier arte, técnica y ya estás avanzando en una educación no sexista, no es el género, no es el sexo, no es tu propia percepción de identidad sexual la que te va a decir si puedes ser o no médico, ingeniero o astronauta. Tú decides como persona en estas áreas y en otras, eso me parece sumamente potente.
Desde la UMCE, ¿cuál es la visión que están impulsando en materia de formación docente?
La primera apuesta es que nosotros partimos con la reflexión del acoso y estamos armando una política institucional sobre el tema.
Nuestra lógica es que en toda tarea, educativa, administrativa y profesional, la perspectiva de género esté incluida.
Nosotros tenemos algunas carreras y algunos trabajos de investigación dentro de las carreras que están revisando los currículums de formación inicial docente para estar vigilante a que esta perspectiva sea transversal.
Desde cosas como que la bibliografía sea paritaria, tienen que haber hombres y mujeres en la bibliografía, investigadores e investigadoras representados.
Se está solicitando y se está vigilando, estamos comenzando en este trabajo, es un proceso lento, pero no solamente eso, hay otras cosas como respetar el uso del nombre social. Que tu certificado de título vaya con el nombre de tu identidad.
Queremos lograr una educación inclusiva, con enfoque de género, que esté al servicio de la justicia social. Nosotros hemos declarado y tenemos un modelo educativo socio crítico y eso significa que queremos que los profesores que salgan al sistema escolar o trabajen en cualquier parte educando al curso de la vida, profesores, kinesiólogos, músicos, traspasen la capacidad reflexiva.
La sociocrítica es la capacidad de tomar distancia deliberativa, dialógica, de entender las distintas fuentes de información, los distintos intereses que se mueven y que están en juego en las sociedades, que se tome partido por el bien común. Eso no es menor, lo estamos viendo ahora en la Convención Constituyente, están poniendo las discusiones y los debates como punto negativo "miren lo que acaban de proponer" y nadie dice "miren esta propuesta, ¿qué piensan?" y en vez de estar discutiendo, asustan, están haciendo el trabajo del rechazo.
Lo que tú esperarías es que nadie estuviera asustado de poder discutir todos los temas. ¿Tiene que nacionalizarse el agua, tiene que haber justicia indígena? ¿Cuál es el problema de discutirlo? el problema es no discutirlo, porque entonces nos guardamos todas las diferencias debajo de la alfombra y después salen con rabia para afuera.
Cuando digo una educación socio crítica, reflexiva, me estoy refiriendo a eso, a que podamos ser capaces de dialogar y decir "ok, aquí hay cinco visiones distintas de mundo, discutámoslas, busquemos en qué puntos avanzar".
Yo creo que ese es el aporte del feminismo y la perspectiva feminista, de poder discutir, sabiendo también que hay una posición, que el bien común no es lo mismo que el bien individual. Podemos discutir, tener diferencias pero el bien común somos nosotros, el bien individual es uno.
¿Cuántos alumnos y alumnas tiene hoy a su cargo en la UMCE?
Hoy la UMCE tiene cerca de 5000 estudiantes. Estamos con un poco más de mujeres y el equipo directivo es absolutamente paritario, sin pensarlo, solo se dio y así debería ser.
Tengo una gran responsabilidad, porque además nuestros alumnes tienen experiencias de vida tan diversas y están en plena construcción de sus propias identidades, entonces debemos acompañar procesos personales con procesos de formación profesional en un país que sin duda está cambiando. Hay que ponerse solo en el escenario de que nosotros vamos a tener una nueva Constitución paritaria, feminista, ecologista y vamos a estar los próximos cinco o diez años cambiando los marcos jurídicos y reglamentarios y en ese espacio van a educar las personas que están hoy en la UMCE formándose como profesores, es muy bonito y desafiante, hay que estar abierta, escuchando, involucrada.
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